Descripción del producto
La mayoría de nosotros somos piezas insignificantes pero a su vez imprescindibles para el gran incendio (‘Sute perfektua’). Queriendo creer que luchamos contra el sistema y que le damos la espalda, actuamos como borregos moviéndonos en grupo en función de unos patrones determinados y lo nuestro hace mucho que está asimilado. Los miembros que forman la banda Anger también son combustible para ese fuego que lentamente y casi sin ser conscientes nos va quemando y lo saben, pero desde sus inicios han caminado su propia senda y han sido críticos con todo empezando desde sí mismos.
De hecho, han huido siempre de formar parte de cualquier tribu urbana que les hubiera brindado cierta comodidad y desosiego. Así, surgieron en un barrio periférico de Arrasate-Mondragón, compartieron local con un atípico (abierto) grupo de rudeboys en sus Antípodas musicales, y propagaron el metal-core de sus inicios en asociaciones culturales regionales.
Casi 18 años más tarde, siguen tentando al fuego haciendo uso de sus propios fósforos; y aquella banda que dio sus primeros pasos en el metal, hace ya muchísimo que se despojó de ello, para sumergirse en las vastas aguas del post-hardcore y nadar sin cuidar la ropa con total libertad.
Este grupo de amigos a los que George Orwell inspiró en sus inicios sigue peleando contra la vergüenza ajena y construyendo la revolución a escala de barrio, en su medida, con los siguientes objetivos: pensar por sí mismos, reflexionar antes de tragar y promover el baile.
En este trabajo han hecho un esfuerzo extra para acentuar la construcción del ritmo y de la maraca de cada uno de nosotros. Es este el trabajo más rico, completo y libre hasta la fecha. Digo libre, porque han sabido confluir todas las personalidades y estilos presentes dentro de Anger en cada una de las canciones, en todas, y así han dado un paso de gigante. Es verdad que el esqueleto de varios de los temas está forjado con riffs metaleros y ritmos contundentes currados al detalle, pero la melodía permanente de la voz, los cambios constantes de registro y los medios tiempos más pausados, que son marca de la casa, tienen mayor peso. También trabajan con maestría la sutil intensidad del post-rock, y el rap que les ha acompañado desde sus inicios afianza a veces el mensaje. Pero ahora, más que nunca, han sacado el cuerpo entero del armario y han legado un lugar de honor a los ritmos calientes, negros, al funky, al raggamuffi, a la percusión y demás familia en esa construcción tan precisa de temas donde nada está de sobra.
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