Descripción del producto
Después de componer música al límite y romperse los tobillos en mil escenarios, formaron Anai Arrebak en 2010, rockeros haciendo música disco. Esta propuesta vintage, así como renovadora y sobre todo bailable de new-wave, disco y post-punk imprimió mucha frescura a la escena musical de Euskal Herria. La maqueta fue una explosión de confetti y mala ostia. El primer largo, de 2012, también incluye mucho baile, pero quizás para evitar infartos, sacrifica parte de la urgencia de su debut y multiplica su carácter bailable. De hecho, entonces confesaron que querían convertir la banda en una máquina para hacer bailar.
Han transcurrido dos largos años desde entonces y estos hermanos-hermanas se han dedicado a buscar sus raíces anteriores a la distorsión y a la velocidad. Y han decidido intentar aplacar esa energía incontrolada y sacar a flote el pop que llevan dentro, para embrujar al oyente mediante el ritmo y el baile. Han compuesto varios hits, de los que te atrapan y te neutralizan antes de que te des cuenta. Además, saben de sobra que gracias a las grandes melodías, es más fácil sacarnos a la pista y con nocturnidad empaparnos de mensajes agrios y envenenados.
Cada una de las canciones contiene muchos detalles, mucho trabajo de composición y de arreglos: son piezas casi inclasificables, puzzles de ambientes y tonalidades. La electrónica, hecha con maquinitas de los 80, está cada vez más presente en la propuesta del cuarteto. Cada vez se mueven con más soltura en el funky; se valen mucho de la percusión; y la aproximación hacia la música disco merece capítulo aparte: muchos creen que nacieron para hacer disco, pero algunos creemos que realmente han venido para revitalizar y cambiar la música disco.
Pop sí, en las voces y melodías pegadizas; música negra, en la alfombra que nos obliga a bailar; electrónica, en ese ritmo y empujón extra; rock, imposible de esconder en el ADN; y el misterio de los miembros y de la noche, en los intros idóneos para bandas sonoras.